Que a medida que yo te adentro
y tú te adentras en mi
se engullen nuestros ojos
-esos agujeros negros insondables-
Desplegar alas
en el rozar
de tu lengua en mi espalda
en el escuchar
de tus palabras
y sus maneras.
-Mi acto reflejo-.
no comprendan
su complejo mecanismo
y aletear así
en tus ojos y sus aguas.
-Mi calma-.
Eso, y
sentir mis tripas
despensar lo sentido
dormir poco
a tu lado
Tu tACTO
libre y etéreo
-Mi escalofrío-
el mejor de los síntomas,
porque AHORA siento/pienso ser
e p i d é r m i c a
Apóstata de lo imposible,
compulsión por los altos vuelos,
con-dicción antagónica, siempre poética
y crónica funambulista
-pobre niña asilvestrada-,
dicen las gentes de bien,
-de bien atadas-
al verla boca abajo
con su falda en la cara
por cabriolas y a lo cuerdo
enseñando al mundo su orgullo
proclama su revolución.
Construyendo caminos: dirección Utopía.
Miro al cielo
y a su agujero de luz,
la l u z ...
me atrapa un instante
como si de mi
se desprendiera
un ejercito de luciérnagas suicidas,
y entonces,
recuerdo esa frase foránea materna
- hija, si miras mucho a la Luna
te llevará con ella -...
y yo la miro
y la miro muy cerca
y me siento cíclope,
es una sensación alterna
entre este acá y allá
en que abro mucho el ojo
para atrapar los momentos poesía.
Me pasa como a la Luna,
que de vez en cuando
se abre entera
y se llena
y nadie sabe de qué
y nos atrapa
para mirarnos ojiabierta.
" Lo absurdo es la razón lúcida
que compruba sus límites "
Rieux, en La Peste
Acéfalo equilibrista
sobre una cuerda tensada
camina mi cuerpo
en éste circo de pulgas.
Mientras tanto, me mareo
entre sus manos de trapecista,
que me llevan al bucle de mi desequilibrio,
- junto con el resto de objetos perdidos -.
Temo romper esta cuerda petrarquista,
desde hace tiempo acostumbro
a caer sobre colchones desplumados,
y evito siempre que puedo,
las manos colchoneta...
de tal forma
que suelo, sin remedio alguno,
acabar en las manos del trapecista.
- Desde niña, ya lo decía mi madre,
cuánto te gustan hija las artes circenses -.
"...Amanecer debilitado
confuso con el golpe de las primeras luces,
creer inútilmente que no nos roban nada"
A. Neuman
La Luna está nublada,
amarilla, morfinómana,
con ese aspecto en calma
- precedente al exterminio-.
Te encantaba fugarte en sus sábanas blancas
y ensuciarlas de ti.
Quisiste cogerle y guardarle en el cajón
de tu mesita nocturna,
-ese destinado a las urgencias-.
Y sacarle el polvo a tu antojo
En la sed y en el hambre,
Usar y tirar
para seguir ensuciándole con tu recuerdo.
Era carne ,
carne en tu cañón,
a punto de saltar,
pero resulta que fuiste tú quién saltó
por los aires,
esparciéndote por todo su cuerpo
-ese que tanto querías-
y se llevó tu alma succionada
al rincón más sucio de su corazón
para volver a empezar,
pero ahora,
es tu cuerpo el que está en el cajón.
Y de nuevo ese sonido metálico,
y el grito en las ruedas al frenar,
la bruma y el salitre
y el caracol resbalando por mis piernas.
De nuevo el crujir de los sentidos
y el camino a medio recorrer.
El silencio chillando,
y el nacimiento de las palabras
a través del útero de mis gestos.
Una vez más el polvo en los ojos,
y el pecho en la arena.
El aliento en los raíles
y mi cuerpo en pasajeros
sin maletas.
¿Y ahora?
Ahora, respirar y rodar.
El tren se vuelve a poner en marcha.
Me dirijo hacia la superficie,
más bien me arrastro
acabo de sustraerme de las profundidades asfálticas,
creo recordar que acabé en este agujero
en el último vuelo.
Mi cuerpo desnudo
y arañado por desalientos,
ha llegado hasta aquí casi en ebullición,
a punto de evaporarse.
Perece que a lo lejos puedo ver
pasajeros que marchan rápido,
al compás del martilleo del tiempo,
paso casi rozandome,
quiero intoxicarme de su gravedad,
bajo mi mirada buscando sus ojos
tras funéstas máscaras,
pero el abismo abraza mi espalda,
solo encuentro
ojos herméticos que me traspasan
es peor de lo que recordaba,
y mi instinto ingrávido se hace más fuerte
aunque mis alas aún están pringosas
de la viscosa masa que me absorbió.
¿Brillamos?
Es tu voz quién la posee
tu voz literalmente,
llega a adentrarse hasta
lo más profundo de su vientre,
las luces siguen apagadas
y de repente (al otro lado del pasillo)
un sonido de cristales,
rompe el silencio
y tu respiración.
entonces sientes precipitarse
hacia tu boca el roce
de sus labios entreabiertos
notas como vibran contra los tuyos
con su respiración entrecortada,
y sus ojos felinos,
se clavan en tus pupilas
sembrando una toxicidad embriagadora,
sin hablar,
os reconoceis,
y sus ojos se acercan aún más
sientes como te retan
¿“un cuerpo a cuerpo”?
Tu instinto reacciona inmediatamente,
y decides, acercando su ligero cuerpo
contra el tuyo,
recorrer el espacio
central de su pecho,
con tu legua
notas como se hincha a cada paso,
y la respiración se hace más profunda,
hasta llegar al filo de su barbilla,
y te acercas a su boca,
al filo de su abismo
entonces si ,
comienza la lucha de las bocas
la boca que has dibujado
con tu dedo
al otro lado del espejo,
ahora te muerde
y labra para ti un cielo de saliva
allá por donde te ama,
allá por donde te lame,
Sus manos recorren todos
los latidos de tu cuerpo
hasta derramar tu existencia
ahora si,
al otro lado del espejo...
Aquí
está mi corazón
en cintas de embalar
y mi garganta plastificada,
muda.
La llama de una vela se ríe de mí,
prueba mi resistencia a la incerteza
dos cervezas y tus ojos
siguen el juego de la vela y su llama.
Mientras yo juego
con una navaja entre mis dedos
esperando (confiando)
que el azar no atraviese
mi tacto.
Mirada insondable la tuya,
me invita a un trago
para el camino,
y me despido hasta el próximo
vinilo, ¿quizá Sonic Youth?.
Desenpaño mi autoestima
y escupo a tu espalda mi fragilidad asignada
y sonrio al marcharme
junto con mi alma en una maleta (o viceversa)
volveré a tus brazos,
mi dispersión
tú, mi estado perfecto,
naturaleza asilvestrada
mi hombro sobre el que reír.
Porque no claudiqué mis instintos
ni me reinserté en una vida coreografiada
Me voy
con los pechos llenos de revolución
y los ojos de tigre,
Me entristece tu linealidad
y el alfil de tu derrota,Por eso,
me voy
lejos del letargo de tus ojos
que aún no se han visto en sí mismos.
Porque tengo fobia al tedio,
tengo adicción al escapismo,
y desde el techo me veo corriendo
hacia el reverso de este día,
mi día rojo.